miércoles, 6 de febrero de 2008

Triste tarde

Dicen que no aprecias lo que tienes hasta que lo pierdes. La mayoría de las veces es verdad, pero yo pienso que cuando encuentras algo o alguien lo cuidas para mantenerlo siempre junto a tí, porque le quieres.
Es como cuando encuentras un pajarillo perdido, lo recoges, lo cuidas y lo alimentas. Hasta que un día lo ves mover las alas y dentro de tí crece un temor, entonces itentas que sea feliz a tu lado: juegas con él, le hablas e incluso le construyes la mejor casita. Sin embargo, cada vez mueve más rápido las alas y una tarde eres tú mismo quien lo llevas junto a la ventana y le das la opción de quedarse o irse, mientras lloras porque sabes que elegirá marcharse y no volverá, olvidándose de todo lo que hiciste por él. Pero te quedas en la ventana por si en el último momento cambiara de decisión, viendo como cada vez se hace más pequeño, hasta formar un punto en el horizonte y desaparecer.
Y sólo esperas que si algún día cae, alguien le encuentre, lo cuide y lo quiera tanto como tú o incluso más, mientras guardas en tu mano la pluma que se le cayó antes de marchar.

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