domingo, 18 de julio de 2010

Cenando con extraños

Esta es una historia que no merece la pena contarla desde el principio, así pues, empezaré diciendo que anoche estábamos cenando en un sitio nuevo.
El lugar estaba bien ambientado, era cómodo, amplio (tal vez la música demasiado alta, pero nada más) y la atención del personal fue muy buena.

Al rato de estar sentados, el maître se nos presentó (creo que su nombre era Carlos) preocupado por si no nos habían atendido todavía, al parecer nuestro camarero andaba algo despistado, así que vino la "rubia loca" a tomarnos nota.
Después de traernos el cóctel, vino el camarero, su nombre era Alejandro (un moreno brasileño muy simpático) y nos pidió disculpas por no haber pasado antes. Estuvo muy atento toda la cena, pasando de vez en cuando por si nos faltaba algo, no estaba a nuestro gusto o queríamos pedir alguna cosa más. A parte de esto, tuvimos una interesante conversación sobre la diferencia entre las palabras "sordo" y "zurdo" (que él pronunciaba "surdo") y nos dijo que esa noche no estaban muy animados
¿Y qué quería decir con "animados"?
Justo detrás de la barra había una campana, aunque más bien parecía un cencerro, y cada vez que alguien la tocaba los camareros entraban en una especie de "estado poseído". Presenciamos una conga al son de una canción que no entendimos (no sabemos en que idioma cantaba el cabecilla), en otro momento los de la cocina salieron golpeando todos los trastos e invadieron el salón, también hubo un "cumpleaños feliz" y en una mesa bailaron encima de las sillas.
Realmente empezábamos a preocuparnos y temíamos un poco a estos camaremos y a sus encargados que no dudaban en saltar y cantar cuando tocaban la campana.
La comida estuvo buena, los camareros - aunque daban miedo - estuvieron muy atentos y ofrecían un servicio muy cercano al cliente, bueno y el nuestro no quería que nos fuéramos, de hecho nos incitaba a que pidiésemos más refrescos, pero ya no podíamos más.
Entonces llegó el momento de la cuenta... pero no estábamos asustados, habíamos cenado mucho y estaba bueno. Al ver el ticket la cena no ascendía a más de 90€ (menos mal, porque no llevábamos más :P) pero dejamos una propina de 5€ por el buen servicio que nos dieron :)

O.o ¿Nos hemos vuelto locos? No! Es el momento de contar el principio de esta historia.

Íbamos por la calle tranquilamente cuando nos paramos a ver la carta de un local nuevo. Mientras mirábamos los precios salió una chica a ofrecérnos una mesa, hasta aquí todo bien pero... empezó a hablarnos y nuestras neuronas se cortocircuitaron e hicimos la pregunta clave: "¿Nos estás diciendo que nos invitáis a cenar?".
Efectivamente, al parecer este local hizo unos días de prueba y al entrar te daban un menú que ellos habían confeccionado y 90€ de mentira (al estilo monopoly), de ese modo decían que se daban a conocer y que sus camareros y cocineros practicaban con el menú y dando el cambio (por eso te daban tanta cantidad). Nos dijeron que si queríamos ser sus conejillos de indias y nos pidieron disculpas si tardaban un poco... increíble!
Fue nuestra noche de suerte y la primera y última que dejaremos una propina tan grande xDD

Moraleja: cuando salgan de un local a ofrecerte mesa déjalos que hablen, nunca sabes hasta dónde pueden llegar :P

2 comentarios:

  1. 1º.... que caña de local no???? sería divertida la cena con los camareros haciendo el capullo x ahí xDD

    2º.... menuda puta potra k habeis tenido cabroneeeeeeeeeeeesss!!!!!!!!!!! en ese momento teníais que haber dicho... no... es que hemos quedado con dos amigos... pueden venir tb??? y llamarme corriendo!! xDDDD

    Espero que lo disfrutarais... cosas así solo pasan una vez en la vida ;)

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  2. Lo de los camareros, la primera vez tiene su gracia, pero cuando te das cuenta de que van haciendo una conga y que sacan a la gente de las mesas, te apetece hacerte pequeñito y que no te vean XD

    PD: Era dinero de mentira, pero el tío nos quería devolvió 10 euros menos!!! si que tenía que practicar si XD

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